Maestro debodegón
Los bodegones de Cotán en el Prado
Reproduzco
a continuación dos artículos publicados en EL PAIS
, el miércoles 18 de noviembre de 1992, con motivo de la
exposición "La
imitación de la naturaleza. Bodegones de Sánchez
Cotán", presentada en el museo de El Prado entre noviembre
de 1992 y enero de 1993
El museo presenta
una obra del pintor comprada hace un año
por 450 millones de pesetas
La exposición
La imitación de la naturaleza. Bodegones de Sánchez
Cotán se inauguró ayer en la sala 18 A de
la planta principal del Museo del Prado, en donde permanecerá
abierta hasta el 17 de enero. Es la primera vez que se reúnen
los seis bodegones conocidos y auténticos de Sánchez
Cotán y uno de Felipe Ramírez. Entre ellos figura
el bodegón de caza, hortalizas y fruta ,
adquirido por el Prado por 450 millones de pesetas. Para el
comisario, William B. Jordans pinturas ofrecen una "impresionante
visión de la realidad" y para el directo museo, Felipe
Garín, se trata de "un pequeño homenaje a un gran
pintor.
F. CALVO SERRALLER
Con el patrocinio "exclusivo" -tal cual reza la invitación
oficial, con evidente impertinencia- de la Fundación Central
Hispano, cuyo ejemplar comportamiento de mecenazgo merecería
presentarse con mayor elegancia semántica, se presenta
una pequeña gran exposición de bodegones de Juan
Sánchez Cotán (Orgaz, Toledo, 1560 - Granada, 1627),
que contiene la media docena que hoy se conservan del mismo sin
mácula de duda respecto a su autoría, más
otro de Felipe Ramírez, pintor del que apenas sabemos nada
fuera de su documentada actividad entre 1628 y 163 1, pero cuyo
estilo está estrechamente relacionado con el del toledano.
Bodegón
de caza, hortalizas y fruta
La muestra
se realiza para celebrar el reciente ingreso en la colección
del museo del cuadro titulado Caza, hortalizas y frutas
(1 602), procedente de la colección Hernani y adquirido
gracias a los fondos provistos por el legado Manuel Villaescusa
y por la Fundación Central Hispano a fines de 1991.
Es la primera
vez que estos seis bodegones de irrefutable autoría se
exponen juntos, lo que, siendo Sánchez Cotán uno
de los mejores bodegonistas del arte moderno europeo y el que
mejor ha servido para definir la interpretación española
de este género, no es precisamente una mala carta de presentación.
Pero ¿quién
era este Sánchez Cotán y en qué consiste
la importancia artística de sus tan apreciados bodegones?
Lo que sabemos de su vida y obra es tan simple como corrresponde
a quien, en plena madurez, a los 42 años, decide ingresar
en la Cartuja y allí permanece hasta su muerte, llevando
en las sedes monásticas de Granada y El Paular una tan
virtuosa y apacible existencia que sus contemporáneos juzgaron
próxima a la santidad, tal y como lo atestigua Palomino,
que afirma que falleció "con créditos de ejemplar
varón". Antes de profesar en tan severa orden, Sánchez
Cotán, que fue discípulo y amigo de Blas de Prado,
alcanzó una relevante fama local como pintor, actividad
en la que no cesó cuando ingresó en el convento,
pero que orientó ya hacia una temática casi exclusivamente
religiosa.
Aunque se
conservan bastantes pinturas de temas piadosos de Sánchez
Cotán y en absoluto cabe menospreciarlas, tanto por el
original encanto primitivista con que éste reinterpreta
los modelos flamencos e italianos, estos últimos adoptados
vía El Escorial, como por lo que reflejan acerca de los
primeros tientos naturalistas de la pintura barroca española,
la fama le vino gracias a sus bodegones, que debió de aprender
junto a su maestro Prado, pero que supo tratar con una perfecta
y escalofriante concisión, que marca ya las distancias
respecto al modelo naturalista italiano, de timbre más
vibrante y teatral, como al de la precisa frialdad francesa o
al de la exuberante de los flamencos.
Sánchez
Cotán, también en esto a la manera española,
no es muy inventiva ni ameno, en cuanto a la variación
de las composiciones, sino que ahonda mediante la insistencia
en un mismo esquema: piezas de caza menor, flores, frutos y hortalizas,
alimentos humildes del zurrón popular, que se recortan,
ingrávidos, si bien plásticamente muy sustanciados,
sobre un fondo tenebroso, cuya negra hondura palpita misteriosamente
aún más al estar en cada por el quicio más
de fresquera que de ventana.
Las seis piezas
maestras ahora reunidas, que proceden de Granada y Madrid, de
las ciudades norteamericana San Diego y Chicago y de Londres,
donde no hace mucho fue descubierto un bodegón, probablemente
fragmentado, del maestro toledano forman una muestra contundente,
que ha estado dirigida por William B. Jordan, cuya exposición
Spanish still the Golden Age, 1600-1650 celebrada en 1985 en el
Kimbell Art Museum de Fort Worth otorgó merecidamente el
rango de primera autoridad en la materia. El bellísimo
bodegón de Felipe Ramírez se conserva en el Prado
como el mejor testimonio de la huella de Sánchez Cotán.
La
bodega de Dios
F. C. S.
El titulado Bodegón de caza, hortalizas y frutas,
firmado y fechado por Sánchez Cotán en 1602, un
año antes de profesar como cartujo, es indudablemente una
pieza magistral entre las seis absolutamente autorizadas que de
él se conservan. Estuvo un tiempo en el Museo de la Trinidad
de Madrid, proveniente de la confiscación de bienes del
infante carlista Sebastián Gabriel de Borbón, a
quien más tarde revirtió, lo que explica que no
pasara, como el resto de los fondos de este circunstancial museo
de la desamortización, al Prado, al que, no obstante, tras
más de un siglo de intermedio, vuelve, beneméritamente
adquirido con el concurso privado en la colección Hernani.
Además de sus excelencias artísticas, que las tiene
todas, pues se trata de una obra de madurez, posee la importancia
histórica de aclarar el antes y el después cartujano
del bodegón de Sánchez Cotán, que, al parecer,
se hizo más escueto, suprimiendo los sensuales elementos
de caza, aquí representados en forma de ensartados gorriones,
tordos y perdices. Aunque la mayor parte de los bodegones los
pintó Sánchez Cotán antes de hacerse religioso,
su legendaria fama de pintor-monje y esa muda en intensa ingravidez
atmosférica que circunda estos humildes objetos inanimados,
tratados con el más crudo y preciso verismo, fue seguramente
la que tentó a sus posteriores intérpretes en el
sentido de buscar en ellos claves metafísicas y místicas,
cual si fueran, por así decirlo, unos bodegones a lo divino,
lo cual no constituye en absoluto una hipótesis descabellada,
si bien no ofrece las apoyaturas simbólicas más
explícitas que ornarán el género años
después. Sea como sea, se trata de un ejemplo perfecto
del sentido español en este género, también
llamado foráneamente de naturalezas muertas, aludiéndose
con ello a que están inmóviles o inanimadas, pero
que nuestros antepasados ubicaron en ese humilde fondo hogareño
de las fresqueras o bodegas, lo que revela un tipo antropológico
de espiritualidad nacional que, cual advirtiera santa Teresa,
busca a Dios entre los pucheros.
___________________
Tomado de EL
PAIS , miércoles 18 de noviembre de 1992.- LA CULTURA,
p. 32
"Bodegón de caza, hortalizas y frutas" de Juan Sánchez Cotán, fruto del legado Villaescusa en 1991
Curso anual 2016 - 2017. "El Museo del Prado: hitos históricos de sus colecciones"
Conferencia impartida por Peter Cherry, profesor de Historia del Arte en el Trinity College (Dublín), el 24 de enero de 2017.
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