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ORGAZ EN LOS TEXTO
Rimas y prosa populares

Abanderado del Cristo

Mª Antonia Martín Macho, 1991.

 

Te ofreciste y te han aceptado para ser abanderado del Cristo del Olvida. i Qué orgulloso te sientes al pasear envuelto en esa bandera que ha arropado a tantos y tantos orgaceños!. Feliz y halagado convidas a tus parientes y amigos a tostones y limonada en tu casa.

Corriendo el tiempo y quizá algo más tarde de lo debido, buscas un maestro de los pocos que se dedican a ese menester, para que te instruya en el juego. Cuando coges la bandera por primera vez dispuesto a jugarla, es cuando comienza tu calvario. Habiendo rematado el trabajo cotidiano y con más ganas de descansar que de otra cosa, te ves agarrado al palo sin saber cómo apañártelas, intentando dar esas vueltas alzadas que tan fáciles te parecían, escapándosete de las manos una y otra vez sin hallar la forma de evitarlo.

¡ Cuantas veces te levantas desengañado !, tú no vales para eso. En qué hora ofreció tu madre la promesa. Hasta el muchachito lo hace mejor que tú.

El maestro te consuela dándote ánimos: "Que eso les pasa a todos, que debes perder el miedo..." Pero no te convence mucho, ver como un hombre y entrado en años, puede levantar el palo bien alto agitando el lienzo limpiamente como si fuera una pluma y tu, un mozo sano y fuerte no puedes ni remedarle.

Después de algunos días de aprendizaje, has logrado hacer esos giros que tan difíciles te resultaban, por eso van sintiéndote satisfecho. A partir de ese momento tienes mucho ganado, la confianza en ti mismo, luego un poco de tesón y perfeccionamiento y a lucir tus dotes de abanderado públicamente.

Cuando por fin llega el gran momento y te sitúas delante de la carroza, al comenzar a hacer las genuflexiones no puedes evitar que tus manos tiemblen al sostener el asta, que recorra tu cuerpo un sudor frío que te hiela la sangre, que se entremezclen en tu ser sensaciones de euforia y angustia que te obligan a orar y encomendarte a Dios. Pero no puedes pararte, te lo recuerda el sonido del tambor que sientes como si formara parte de ti. Como un autómata empiezas haciendo los giros de rigor; ora derecha, ora izquierda, pronunciando esos chasquidos entrecortados que a todos ponen la piel de gallina, envolviendo el tafetán de un brazo a otro a modo de vendaje, marcando con mucha más intensidad, al sentir el sonido de la corneta. Eres un coloso en medio del gentío, rodeado de esa muchedumbre y pareces estar a solas con el Cristo.

De pronto cesa el sonido del tambor y a la vez que bates la bandera sales del éxtasis en que estabas inmerso. Exhausto, con el corazón en la boca y calado hasta los huesos, regresas al mundo real, los aplausos del público te ayudan a ello. Has salido airoso del reto y hasta te ha parecido oír la voz del Cristo dándote la enhorabuena.

¡YA ERES ABANDERADO DEL CRISTO DEL OLVIDO!.


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Autora: Mª Antonia Martín Macho
Tomado del Programa de Ferias y Fiestas de 1991


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Creación: enero 1989 / Última modificación: