Venerable sacerdote
del noble pueblo de Orgaz
que a honrar vienes nuestra fiesta
con tanta benignidad.
Señores todos que,
en alas de la santa caridad,
sabéis tan cristianamente
los ejemplos imitar
del párroco que tenemos
en esta villa de Orgaz.
Hoy que este centro celebra
su fiesta más principal,
discípulos y maestros,
que aquí presentes están,
me encargan que ahora en su nombre
les venga a manifestar
algo de lo que en el alma
entiendo de todos está.
Bellas guirnaldas de lozanas flores
todos quisieran hoy entregar
y a todos los que honráis hoy nuestros centros
una guirnalda espléndida ofrecer.
Flores hay que en la tierra crecen
y todas esparcen pasajero olor,
son flores cuyo aroma delicioso
desvanecen la edad o la estación.
Nacen lozanas al nacer el día
crecen risueñas con el sol de abril
pero el sol que las ve nacer galanas
a la tarde también las ve morir.
Nacen con la apacible primavera
magníficas ostenta su esplendor,
pero si llega un ardoroso estío
ya los aromas huyen de la flor.
Nobles señores, egregio sacerdote,
tal es la ofrenda de esta juventud
que en vuestras santas obras se está viendo
reflejar de Cristo la virtud.