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Nobles de Asturias, Galicia,
de Navarra y de León,
alzan ya en ellos pendón
y sustentan ya milicia.
Y Burgos, la albergadora
de labradores sencillos,
del reino de los castillos
comienza á ser la señora.
En uno de ellos, sentado
en la cúspide de un cerro,
de puntas de piedra y hierro
como un jabalí erizado,
vive un asturiano conde
que con el rey mucho priva:
con cuya prez positiva
su orgullo audaz corresponde.
Rico en valor, pobre en vicios
y sobrado de riquezas,
al rey con grandes proezas
tiene hechos grandes servicios.
Robusto y sano, aunque viejo,
al rey Fernando acompaña,
tan bizarro en la campaña
cuan útil en el consejo.
Mucho el rey en él se fia
y él mucho en verdad merece:
mas toda su prez empece
su insufrible altanería.
Ni cree que puede á él igual
estar hombre á su nivel,
ni que haya quien, par con él,
sea en nada su rival. |
Sirve al rey como á Señor;
mas no piensa que del rey
le puede alcanzar la ley,
no siendo el rey que él mejor.
Tiene al rey por el primero;
mas del rey como segundo
no cree que va por el mundo,
sino como compañero;
El conde Lozano
y aunque fiel á su señor
le asiste y le satisface,
cree que es él quien al rey hace
con sus servicios favor.
Tal es el conde asturiano
que en aquel castillo habita,
y á quien la crónica escrita
titula el conde Lozano.
Si Gómez, Gormaz ú Orgaz
antes de este uso o se puso
no sé; por Lozano es uso
tomarle: séalo en paz.
De averiguaciones largas
sobre nombres no me ocupo;
bien este nunca se supo;
con qué averigüelo Vargas.
Lozano ó no, el en cuestión,
conde ó no conde, en mi escrito
lo es, y ni pongo ni quito:
me atengo á la tradición.
[...]
(Los resaltados en negrita son míos)
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No está demás incidir en que estamos ante una obra literaria en la que Zorrilla, como los demás autores románticos, altera la realidad y las circunstancias de los sucesos y los personajes históricos con fines artísticos o con intención política.
Aunque no estuviera en su mente el rigor histórico, como se puede ver, Zorrilla refleja claramente la confusión que a la altura del siglo XIX existía sobre el nombre del padre de Doña Jimena cuando dice "Si Gómez, Gormaz ú Orgaz
no sé; por Lozanes uso
tomarle" y lanza la duda dejando que "averigüelo Vargas".
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(1) ZORRILLA, José: La leyenda del Cid . -- Barcelona: Editorial Montaner y Simón Editores. 1882

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