"Envidiosa
Gila en Cubas
del hijo que sin sazón
parió Marina en Orgaz,
un muchacho rempujó.
¡Oh, qué lindo y grande que es!
Bendígale la Ascensión!
Su padre le vea barbero,
sacristán o tundidor.
Ya le van a bautizar,
ya le llaman Perantón,
ya le vuelven a su casa,
ya sacan la colación.
Si merendares, comadres,
si merendares, llamadme.
Si merendáredes nuégados
y garbanzos tostados,
pues somos convidados,
al repartirlo avisadme.
Si merendáredes, comadres,
si merendares, llamadme.
Ya el muchacho se gorjea;
ya sabe decir "ajó";
ya le han sacado los brazos,
ya le han puesto un correón,
ya le hacen hacer pinitos
y le dicen a una voz,
`Anda, niño, anda,
que Dios te lo manda
y Santa María
que andes en un día.'
Señor San Andrés
que andes en un mes;
señor San Bernardo
que andes en un año
sin hacerte daño
en esta demanda.
Anda, niño, anda,
que Dios te lo manda
y Santa María
que andes en un día.
Ya ha crecido y va a la escuela,
ya en el Cristo da lición,
ya sabe jugar al toro,
ya corren de dos en dos,
a `la trapa, la trapa, la trapa,
en mi caballito de caña.'
Ya quieren que vaya al campo
y aprenda a ser labrador;
ya le visten de sayal
el capote y el calzón.
Caperuza cuarteada
su señor padre le dió,
y probándosela todos
ansí le dicen a un son,
`Que la caperuzita
de padre póntela tú,
que á mí no me cabe.'"