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ORGAZ EN LOS TEXTO
Textos literarios

La ilustre fregona

Miguel de Cervantes (1547-1616 )

 

 

Con Cervantes,  el nombre de Orgaz entró en la literatura universal. Don Miguel, que tantas veces hizo el camino de Toledo a Sevilla, conocía muy bien cómo saliendo temprano de Toledo, el viajero llegaba a comer en Orgaz, y si se partía al mediodía se hacía noche en nuestra villa.

D. Miguel sabía muy bien que, cruzando por el puente de Alcántara,  el camino se dirigía hacia la hoy desaparecida venta de Diezma, (entre Cobisa, Burguillos y Nambroca), y caminando después entre Chueca y Almonacid, se llegaba al puente romano de Villaverde, desde donde ya se avistaba la iglesia y el caserío de la villa de Orgaz.

Y así cuando Avendaño no quiere partir de Toledo por no dejar a su enamorada Constanza, la Ilustre Fregona del Mesón del Sevillano, Carriazo le dice: “Conviene que mañana madruguemos, porque antes de que entre el calor estemos ya en Orgaz”. Y en otra parte de la novela dice Cervantes: "... desde Madrid había pasado por la barca de Azeca, y que aquella noche dormía en Orgaz.”


Las "Novelas ejemplares" aparecen en Madrid en 1613, impresas por Juan de la Cuesta, cuando Cervantes ya es famoso, aunque pobre. Constan de un prólogo y doce novelas. "La ilustre fregona" es la octava novela. Cuenta cómo Diego de Carriazo y Tomás de Avendaño , camino de Sevilla se detienen en Toledo, encontrando trabajo en el Mesón del Sevillano donde sirve Constanza (la ilustre fregona) de quien se enamora Tomás. El Corregidor descubrirá que Constanza es hija ilegítima del padre de Diego, al completar los trozos de una cadena y el fragmento de un manuscrito. Se celebran las bodas de Constanza y Tomás, y las de Diego y el hijo del Corregidor con mujeres de la nobleza.
En la novela se alude varias veces a Orgaz, como lugar de paso hacia Andalucía..
Miguel de Cervantes
Miguel de Cervantes

 

 


FRAGMENTOS de "La Ilustre fregona" (1):


.-fol. 163r-

.../...

En repetir las palabras de los mozos, y en remedar y contrahacer el modo y los ademanes con que las decían, entretuvieron el camino hasta Toledo; y luego, siendo la guía Carriazo, que ya otra vez había estado en aquella ciudad, bajando por la Sangre de Cristo, dieron con la posada del Sevillano; pero no se atrevieron a pedirla allí, porque su traje no lo pedía.

Era ya anochecido, y, aunque Carriazo importunaba a Avendaño que fuesen a otra parte a buscar posada, no le pudo quitar de la puerta de la del Sevillano, esperando si acaso parecía la tan celebrada fregona. Entrábase la noche y la fregona no salía; desesperábase Carriazo, y Avendaño se estaba quedo; el cual, por salir con su intención, con escusa de preguntar por unos caballeros de Burgos que iban a la ciudad de Sevilla, se entró hasta el patio de la posada; y, apenas hubo entrado, cuando de una sala que en el patio estaba vio salir una moza, al parecer de quince años, poco más o menos, vestida como labradora, con una vela encendida en un candelero.

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Pulsar la foto para aumentar La ilustre fregona, fol. 164r (2)

 

No puso Avendaño los ojos en el vestido y traje de la moza, sino en su rostro, que le parecía ver en él los que suelen pintar de los ángeles. Quedó suspenso y atónito de su hermosura, y no acertó a preguntarle nada: tal era su suspensión y embelesamiento. La moza, viendo aquel hombre delante de sí, le dijo:

-¿Qué busca, hermano? ¿Es por ventura criado de alguno de los huéspedes de casa?

-No soy criado de ninguno, sino vuestro -respondió Avendaño, todo lleno de turbación y sobresalto.

La moza, que de aquel modo se vio responder, dijo:

-Vaya, hermano, norabuena, -fol. 163v- que las que servimos no hemos menester criados.

Y, llamando a su señor, le dijo:

-Mire, señor, lo que busca este mancebo.

Salió su amo y preguntóle qué buscaba. Él respondió que a unos caballeros de Burgos que iban a Sevilla, uno de los cuales era su señor, el cual le había enviado delante por Alcalá de Henares, donde había de hacer un negocio que les importaba; y que junto con esto le mandó que se viniese a Toledo y le esperase en la posada del Sevillano, donde vendría a apearse; y que pensaba que llegaría aquella noche o otro día a más tardar. Tan buen color dio Avendaño a su mentira, que a la cuenta del huésped pasó por verdad, pues le dijo:

-Quédese, amigo, en la posada, que aquí podrá esperar a su señor hasta que venga.

-Muchas mercedes, señor huésped -respondió Avendaño-; y mande vuesa merced que se me dé un aposento para mí y un compañero que viene conmigo, que está allí fuera, que dineros traemos para pagarlo tan bien como otro.

-En buen hora -respondió el huésped.

Y, volviéndose a la moza, dijo:

-Costancica, di a Argüello que lleve a estos galanes al aposento del rincón y que les eche sábanas limpias.

-Sí haré, señor -respondió Costanza, que así se llamaba la doncella.

Y, haciendo una reverencia a su amo, se les quitó delante, cuya ausencia fue para Avendaño lo que suele ser al caminante ponerse el sol y sobrevenir la noche lóbrega y escura. Con todo esto, salió a dar cuenta a Carriazo de lo que había visto y de lo que dejaba negociado; el cual por mil señales conoció cómo su amigo venía herido de la amorosa pestilencia; pero no le quiso decir nada por entonces, hasta ver si lo merecía la causa de quien nacían las extraordinarias alabanzas y grandes hipérboles con que la belleza de Costanza sobre los mismos cielos levantaba.

Entraron, en fin, en la posada, y la Argüello, que era una mujer de hasta cuarenta y -fol. 164r- cinco años, superintendente de las camas y aderezo de los aposentos, los llevó a uno que ni era de caballeros ni de criados, sino de gente que podía hacer medio entre los dos estremos. Pidieron de cenar; respondióles Argüello que en aquella posada no daban de comer a nadie, puesto que guisaban y aderezaban lo que los huéspedes traían de fuera comprado; pero que bodegones y casas de estado había cerca, donde sin escrúpulo de conciencia podían ir a cenar lo que quisiesen.

 
 
Pulsar la foto para aumentar La ilustre fregona, fol.169r (3)

Tomaron los dos el consejo de Argüello, y dieron con sus cuerpos en un bodego, donde Carriazo cenó lo que le dieron y Avendaño lo que con él llevaba: que fueron pensamientos e imaginaciones. Lo poco o nada que Avendaño comía admiraba mucho a Carriazo. Por enterarse del todo de los pensamientos de su amigo, al volverse a la posada, le dijo:

-Conviene que mañana madruguemos, porque antes que entre la calor estemos ya en Orgaz.

-No estoy en eso -respondió Avendaño-, porque pienso antes que desta ciudad me parta ver lo que dicen que hay famoso en ella, como es el Sagrario, el artificio de Juanelo, las Vistillas de San Agustín, la Huerta del Rey y la Vega.

-Norabuena -respondió Carriazo-: eso en dos días se podrá ver.

.-fol. 168v- ../...

Tomás Pedro siguió a su compañero, sin que le dejasen llegar a hablarle una palabra: tanta era la gente que lo impedía, y el recato de los corchetes y del alguacil que le llevaba. Finalmente, no le dejó hasta verle poner en la cárcel, y en un calabozo, con dos pares de grillos, y al herido en la enfermería, donde se halló a verle curar, y vio que la herida era peligrosa, y mucho, y lo mismo dijo el cirujano.

El alguacil se llevó a su casa los dos asnos, y más cinco reales de a ocho que los corchetes habían quitado a Lope.

Volvióse a la posada lleno de confusión y de tristeza; halló al que ya tenía po[r] amo con no menos pesadumbre que él traía, a quien dijo de la manera que quedaba su compañero, y del peligro de muerte en que estaba el herido, y del suceso de su asno. Díjole más: que a su desgracia se le había añadido -fol. 169r- otra de no menor fastidio; y era que un grande amigo de su señor le había encontrado en el camino, y le había dicho que su señor, por ir muy de priesa y ahorrar dos leguas de camino, desde Madrid había pasado por la barca de Azeca, y que aquella noche dormía en Orgaz; y que le había dado doce escudos que le diese, con orden de que se fuese a Sevilla, donde le esperaba.

-Pero no puede ser así -añadió Tomás-, pues no será razón que yo deje a mi amigo y camarada en la cárcel y en tanto peligro. Mi amo me podrá perdonar por ahora; cuanto más, que él es tan bueno y honrado, que dará por bien cualquier falta que le hiciere, a trueco que no la haga a mi camarada. Vuesa merced, señor amo, me la haga de tomar este dinero y acudir a este negocio; y, en tanto que esto se gasta, yo escribiré a mi señor lo que pasa, y sé que me enviará dineros que basten a sacarnos de cualquier peligro.

... /...


He aquí el itinerario seguido Carriazo y Avendaño en la Ilustre fregona ( Tomado de ISADO JIMENEZ, Pedro Jesús : Itinerariosy noticias de la novela picaresca en la Mancha ( Ciudad Real).-- En Actas del I Congreso Internacional de Caminería Hispánica. Tomo II, pp. 269-310)

Itinerario




Ver además:
ASTRANA MARIN, Luis: Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra.- Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001
ALVAR, Alfredo: El Cervantes más humano.- En El Pais Semanal, nº 1480, 6 de febrero de 2005
ROSELL VILLASEVIL, José: Orgaz y Cevantes.-- En XVII Fistas de Primavera. Orgaz, 1986
Camino real de Toledo a Sevilla .

 

 

 

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(1) Texto tomado de Novela de La Ilustre Fregona. Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá.- Disponible en: :http://cervantes.uah.es/ejemplares/ifregona/ifregona.htm.- [Consulta: 12.12.2002]

(2)
Imágen tomada de La Ilustre Fregona.- Alicante: Biblioteca Virtual Cervantes.- Reproducción digital a partir de Nouelas exemplares, 1ª ed.,edición de Juan de la Cuesta, en Madrid en el año 1613. Disponible en: www.cervantesvirtual.com.- [Consulta: 12.12.2002]

(3) Ibidem.


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Creación: jdiciembre 2002 / Última modificación: