Con Cervantes, el nombre de Orgaz entró en la literatura universal. Don Miguel, que tantas veces hizo el camino de Toledo a Sevilla, conocía muy bien cómo saliendo temprano de Toledo, el viajero llegaba a comer en Orgaz, y si se partía al mediodía se hacía noche en nuestra villa.
D. Miguel sabía muy bien que, cruzando por el puente de Alcántara, el camino se dirigía hacia la hoy desaparecida venta de Diezma, (entre Cobisa, Burguillos y Nambroca), y caminando después entre Chueca y Almonacid, se llegaba al puente romano de Villaverde, desde donde ya se avistaba la iglesia y el caserío de la villa de Orgaz.
Y así cuando Avendaño no quiere partir de Toledo por no dejar a su enamorada Constanza, la Ilustre Fregona del Mesón del Sevillano, Carriazo le dice: “Conviene que mañana madruguemos, porque antes de que entre el calor estemos ya en Orgaz”. Y en otra parte de la novela dice Cervantes: "... desde Madrid había pasado por la barca de Azeca, y que aquella noche dormía en Orgaz.” |
Las "Novelas
ejemplares" aparecen en Madrid en 1613, impresas por
Juan de la Cuesta, cuando Cervantes ya es famoso, aunque pobre.
Constan de un prólogo y doce novelas. "La ilustre fregona"
es la octava novela. Cuenta cómo Diego de Carriazo y Tomás de
Avendaño , camino de Sevilla se detienen en Toledo, encontrando
trabajo en el Mesón del Sevillano donde sirve
Constanza (la ilustre fregona) de quien se enamora Tomás. El
Corregidor descubrirá que Constanza es hija ilegítima del padre
de Diego, al completar los trozos de una cadena y el fragmento
de un manuscrito. Se celebran las bodas de Constanza y Tomás,
y las de Diego y el hijo del Corregidor con mujeres de la nobleza.
En la novela se alude varias veces a Orgaz, como lugar de paso
hacia Andalucía.. |
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Miguel de Cervantes |
FRAGMENTOS
de "La Ilustre fregona" (1):
.-fol. 163r-
.../...
En
repetir las palabras de los mozos, y en remedar y contrahacer
el modo y los ademanes con que las decían, entretuvieron
el camino hasta Toledo; y luego, siendo la guía Carriazo,
que ya otra vez había estado en aquella ciudad, bajando
por la Sangre de Cristo, dieron con la posada del Sevillano; pero
no se atrevieron a pedirla allí, porque su traje no lo
pedía.
Era
ya anochecido, y, aunque Carriazo importunaba a Avendaño
que fuesen a otra parte a buscar posada, no le pudo quitar de
la puerta de la del Sevillano, esperando si acaso parecía
la tan celebrada fregona. Entrábase la noche y la fregona
no salía; desesperábase Carriazo, y Avendaño
se estaba quedo; el cual, por salir con su intención, con
escusa de preguntar por unos caballeros de Burgos que iban a la
ciudad de Sevilla, se entró hasta el patio de la posada;
y, apenas hubo entrado, cuando de una sala que en el patio estaba
vio salir una moza, al parecer de quince años, poco más
o menos, vestida como labradora, con una vela encendida en un
candelero.
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La
ilustre fregona, fol. 164r (2) |
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No
puso Avendaño los ojos en el vestido y traje de la moza,
sino en su rostro, que le parecía ver en él los
que suelen pintar de los ángeles. Quedó suspenso
y atónito de su hermosura, y no acertó a preguntarle
nada: tal era su suspensión y embelesamiento. La moza,
viendo aquel hombre delante de sí, le dijo:
-¿Qué
busca, hermano? ¿Es por ventura criado de alguno de los
huéspedes de casa?
-No
soy criado de ninguno, sino vuestro -respondió Avendaño,
todo lleno de turbación y sobresalto.
La
moza, que de aquel modo se vio responder, dijo:
-Vaya,
hermano, norabuena, -fol. 163v- que las que servimos no
hemos menester criados.
Y,
llamando a su señor, le dijo:
-Mire,
señor, lo que busca este mancebo.
Salió
su amo y preguntóle qué buscaba. Él respondió
que a unos caballeros de Burgos que iban a Sevilla, uno de los
cuales era su señor, el cual le había enviado delante
por Alcalá de Henares, donde había de hacer un negocio
que les importaba; y que junto con esto le mandó que se
viniese a Toledo y le esperase en la posada del Sevillano, donde
vendría a apearse; y que pensaba que llegaría aquella
noche o otro día a más tardar. Tan buen color dio
Avendaño a su mentira, que a la cuenta del huésped
pasó por verdad, pues le dijo:
-Quédese,
amigo, en la posada, que aquí podrá esperar a su
señor hasta que venga.
-Muchas
mercedes, señor huésped -respondió Avendaño-;
y mande vuesa merced que se me dé un aposento para mí
y un compañero que viene conmigo, que está allí
fuera, que dineros traemos para pagarlo tan bien como otro.
-En
buen hora -respondió el huésped.
Y,
volviéndose a la moza, dijo:
-Costancica,
di a Argüello que lleve a estos galanes al aposento del rincón
y que les eche sábanas limpias.
-Sí
haré, señor -respondió Costanza, que así
se llamaba la doncella.
Y,
haciendo una reverencia a su amo, se les quitó delante,
cuya ausencia fue para Avendaño lo que suele ser al caminante
ponerse el sol y sobrevenir la noche lóbrega y escura.
Con todo esto, salió a dar cuenta a Carriazo de lo que
había visto y de lo que dejaba negociado; el cual por mil
señales conoció cómo su amigo venía
herido de la amorosa pestilencia; pero no le quiso decir nada
por entonces, hasta ver si lo merecía la causa de quien
nacían las extraordinarias alabanzas y grandes hipérboles
con que la belleza de Costanza sobre los mismos cielos levantaba.
Entraron,
en fin, en la posada, y la Argüello, que era una mujer de
hasta cuarenta y -fol. 164r- cinco años, superintendente
de las camas y aderezo de los aposentos, los llevó a uno
que ni era de caballeros ni de criados, sino de gente que podía
hacer medio entre los dos estremos. Pidieron de cenar; respondióles
Argüello que en aquella posada no daban de comer a nadie,
puesto que guisaban y aderezaban lo que los huéspedes traían
de fuera comprado; pero que bodegones y casas de estado había
cerca, donde sin escrúpulo de conciencia podían
ir a cenar lo que quisiesen.
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La
ilustre fregona, fol.169r (3) |
Tomaron
los dos el consejo de Argüello, y dieron con sus cuerpos
en un bodego, donde Carriazo cenó lo que le dieron y Avendaño
lo que con él llevaba: que fueron pensamientos e imaginaciones.
Lo poco o nada que Avendaño comía admiraba mucho
a Carriazo. Por enterarse del todo de los pensamientos de su amigo,
al volverse a la posada, le dijo:
-Conviene
que mañana madruguemos, porque antes que entre la calor
estemos ya en Orgaz.
-No
estoy en eso -respondió Avendaño-, porque pienso
antes que desta ciudad me parta ver lo que dicen que hay famoso
en ella, como es el Sagrario, el artificio de Juanelo, las Vistillas
de San Agustín, la Huerta del Rey y la Vega.
-Norabuena
-respondió Carriazo-: eso en dos días se podrá
ver.
.-fol.
168v- ../...
Tomás
Pedro siguió a su compañero, sin que le dejasen
llegar a hablarle una palabra: tanta era la gente que lo impedía,
y el recato de los corchetes y del alguacil que le llevaba. Finalmente,
no le dejó hasta verle poner en la cárcel, y en
un calabozo, con dos pares de grillos, y al herido en la enfermería,
donde se halló a verle curar, y vio que la herida era peligrosa,
y mucho, y lo mismo dijo el cirujano.
El
alguacil se llevó a su casa los dos asnos, y más
cinco reales de a ocho que los corchetes habían quitado
a Lope.
Volvióse
a la posada lleno de confusión y de tristeza; halló
al que ya tenía po[r] amo con no menos pesadumbre que él
traía, a quien dijo de la manera que quedaba su compañero,
y del peligro de muerte en que estaba el herido, y del suceso
de su asno. Díjole más: que a su desgracia se le
había añadido -fol. 169r- otra de no menor
fastidio; y era que un grande amigo de su señor le había
encontrado en el camino, y le había dicho que su señor,
por ir muy de priesa y ahorrar dos leguas de camino, desde Madrid
había pasado por la barca de Azeca, y que aquella noche
dormía en Orgaz; y
que le había dado doce escudos que le diese, con orden
de que se fuese a Sevilla, donde le esperaba.
-Pero
no puede ser así -añadió Tomás-, pues
no será razón que yo deje a mi amigo y camarada
en la cárcel y en tanto peligro. Mi amo me podrá
perdonar por ahora; cuanto más, que él es tan bueno
y honrado, que dará por bien cualquier falta que le hiciere,
a trueco que no la haga a mi camarada. Vuesa merced, señor
amo, me la haga de tomar este dinero y acudir a este negocio;
y, en tanto que esto se gasta, yo escribiré a mi señor
lo que pasa, y sé que me enviará dineros que basten
a sacarnos de cualquier peligro.
...
/...
He aquí el itinerario seguido Carriazo y Avendaño en la Ilustre fregona (
Tomado de ISADO JIMENEZ, Pedro Jesús : Itinerariosy noticias de la novela picaresca en la
Mancha ( Ciudad Real).-- En Actas del I Congreso Internacional de Caminería Hispánica. Tomo II, pp.
269-310)
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(1)
Texto tomado de Novela de La Ilustre Fregona.
Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá.- Disponible
en: :http://cervantes.uah.es/ejemplares/ifregona/ifregona.htm.-
[Consulta: 12.12.2002]
(2) Imágen tomada de La
Ilustre Fregona.- Alicante:
Biblioteca Virtual Cervantes.- Reproducción
digital a partir de Nouelas exemplares, 1ª ed.,edición
de Juan de la Cuesta, en Madrid en el año 1613. Disponible
en: www.cervantesvirtual.com.- [Consulta:
12.12.2002]
(3) Ibidem.
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