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Villa de Orgaz

LEYENDAS

El fantasma del castillo


Raro es el castillo o fortaleza, máxime si ha estado abandonado algún tiempo, que no haya dado lugar a leyendas y fantasías, que corren entre los vecinos del lugar. El castillo de Orgaz no podía ser menos, y entre los orgaceños se cuenta esta leyenda que D. Juan Moraleda (1) nos dejó escrita en su libro La Villa de Orgaz, tal como sigue.

 

La fantasma del Castillo

 

I.

Una de las leyendas más olvidadas por el pueblo, a quien causó en otra época continuos sobresaltos, es, a no dudar, la que motivó estos párrafos.

Existe al Occidente de Orgaz, y por la parte exterior de su derruida muralla, un desmantelado castillo rodeado de vestigios de fosos, propiedad de los Señores y Condes de la Villa.

Castillo de Orgaz
Castillo de Orgaz (años 50)

Siempre y en todas partes donde alguno de estos fuertes feudales se conservan hay algún recuerdo mas ó menos verosímil que referir relacionado con alguna de sus cuevas húmedas y frías, con su levadizo puente, ó con sus puntiagudas almenas, ocurriendo lo propio con el de nuestra cabeza de partido.

Refiérese que allá en los tiempos del Emperador D. CarIos I los vecinos de la Villa que moraban cerca de la mencionada fortaleza, solían sentir con preferencia en las lóbregas noches de invierno, en las que á porfía el huracán y el aguacero confundíanse y azotaban las humanas viviendas, extraños ruidos que partían de entre los muros de aquella, ruidos que paulatinamente les fueron llenando de terror.

Los habitantes más osados, los de más ardor bélico, tomando cautelosamente sus armas y escudándose con reliquias varias y amuletos reunidos en patrullas, registraron con autorización de sus dueños distintas veces el castillo, no hallando nunca en la plaza de armas, en la torre del homenaje ni en los subterráneos, ni en ningunas otras partes del mismo, ser humano ni extraordinario que justificara su excesiva y perenne alarma.

Divulgóse por la villa cuanto los campesinos habían oído y examinado, creyendo unos si dentro de aquellos agrietados muros revestidos de suave césped marchito por la escarcha acudirían a secretos conciliábulos fatídicos gnomos, y otros si alguna bruja o fantasma habría instalado allí su abominable guarida.

El vecindario todo al fin después de observar con atención de día y en medrosas noches la morada de los magnates orgaceños, convino en que de palacio majestuoso se había transformado aquélla en habitación de hada imperceptible que cada uno describía á su manera, sin jamás haberla divisado, por cuya razón nadie llevaba a bien el habitar cerca del fuerte. Hasta los pequeñuelos se inmutaban cuando se les hacía miedo con la maldita fantasma del castillo.

 

II.

Largo tiempo creyeron los hijos de Orgaz en semejante infausto ser, hasta que por fortuna se convencieron de que el tal no era otro que un aborto de su exaltada imaginación.

Los terroríficos ruidos que de continuo observaron eran producidos por piedras desprendidas de las almenas del fuerte á impulsos del huracán y por vigas que se tronchaban ó puertas que desprovistas de aldabas y cerraduras golpeaban sobre sus marcos respectivos, impelidas por el viento y ellos los juzgaban misteriosos crujidos de fantasma que a nombre de los imperiales pretendían de nuevo intimidarlos y combatirlos, cual lo verificaron aquéllos durante la guerra de las Comunidades.

De suerte que el monarca ó sus representantes resultaron ser La Fantasma del Castillo.

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(1) MORALEDA Y ESTEBAN, J: La Villa de Orgaz.- Toledo: Manuscrito, 1887.- Real Academia de la Historia de Madrid, sección Manuscritos.- Edición electrónica: Jesús Gómez Fernández-Cabrera.- Año 2005.- Disponible en Villa de Orgaz: www.villadeorgaz.es. Fol. 66.

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Creación: diciembre 2000 / Última modificación: